Por primera vez el presidente chino Xi Jinping, el mandatario ruso Vladimir Putin y el líder norcoreano Kim Jong-un compartieron escenario en un evento internacional. Los líderes caminaron juntos hacia el podio durante el desfile militar conmemorativo por el 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial celebrado en Asia.
Este grupo es considerado uno de los más potentes y principales rivales de Occidente.
El acto se celebró en la plaza de Tiananmen, y reunió a más de 10.000 soldados y mostró las armas más modernas del Ejército Popular de Liberación, incluidos misiles hipersónicos, drones submarinos y cazas furtivos. Pekín lo presentó como un homenaje al sacrificio histórico del pueblo chino durante la guerra, pero analistas internacionales lo interpretan también como una exhibición de poder y una advertencia hacia Estados Unidos y sus aliados.
Medios estatales chinos, presentaron la imagen como un símbolo de “unidad contra la hegemonía extranjera”.
Putin, quien enfrenta aislamiento por la guerra en Ucrania, y Kim, objeto de sanciones por su programa nuclear, hallaron en Pekín una plataforma para reforzar la narrativa de cooperación estratégica con China. Para Xi, el desfile sirvió tanto para fortalecer el orgullo nacional como para consolidar alianzas frente a crecientes tensiones con Washington, especialmente en torno a Taiwán y el mar de China Meridional.
El evento, transmitido en vivo a nivel nacional, cerró con un discurso de Xi que exaltó el papel de China en la derrota del fascismo y llamó a “defender el orden internacional basado en el respeto mutuo”, en contraste con lo que describió como “bloques excluyentes” promovidos por Occidente.
Mientras en Pekín se desplegaba el espectáculo militar, gobiernos en Europa y Estados Unidos reaccionaron con cautela, subrayando que la conmemoración histórica no debería usarse para proyectar divisiones en el presente.