Los equipos económicos de Estados Unidos y Corea del Sur se preparan para un encuentro clave la próxima semana en Washington, en un intento por desatascar negociaciones comerciales que han sido tensas desde la imposición de aranceles recíprocos del 25% por parte de la administración Trump. Aunque estos gravámenes están actualmente suspendidos por un plazo de 90 días, ambas partes reconocen que el tiempo apremia.
La delegación surcoreana estará encabezada por el ministro de Finanzas, Choi Sang Mok, y el ministro de Comercio, Ahn Duk Geun, quienes se reunirán con el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y el representante comercial Jamieson Greer. El gobierno de Seúl ha calificado el encuentro como una oportunidad para resolver “asuntos pendientes de forma recíproca y para beneficio mutuo”.
El foco surcoreano está puesto en lograr exenciones en sectores clave como automóviles y semiconductores, pilares de su economía exportadora. Sin embargo, desde el Ministerio de Comercio han advertido que no se trata de cerrar un acuerdo de manera apresurada, sino de revisar los términos con calma y precisión.
El contexto económico de Corea del Sur añade presión a la cumbre. El Banco de Corea mantuvo recientemente su tipo de interés en 2,75%, tras advertir que la economía podría desacelerarse más de lo previsto. Las autoridades monetarias apuntan a una posible contracción del PIB en el primer trimestre, en parte por la incertidumbre comercial con EE.UU. y la alta volatilidad del won.
Con la proyección de crecimiento anual por debajo del 1,5%, los líderes económicos de Corea del Sur ven en esta cumbre no sólo una negociación de aranceles, sino un intento por estabilizar su economía en un “túnel oscuro”, como lo describió el gobernador del banco central. La cita en Washington será crucial para definir si hay luz al final del camino.