Según reportes de CNN y Reuters, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, analiza la posibilidad de ordenar bombardeos directos dentro de Venezuela contra estructuras vinculadas al narcotráfico, en el marco de una ofensiva regional que ya incluyó ataques en el mar Caribe.

La escalada comenzó el 2 de septiembre, cuando un operativo estadounidense destruyó un bote atribuido al cártel Tren de Aragua, causando la muerte de 11 personas. Días después, Washington reforzó su presencia en el Caribe con el despliegue de ocho destructores navales y diez cazas F-35 en Puerto Rico, una señal de que el Pentágono prepara operaciones de mayor alcance.

Fuentes de la Casa Blanca aseguran que la intención de Trump no es impulsar un cambio de régimen, aunque sus declaraciones apuntan a debilitar directamente el poder de Nicolás Maduro, a quien acusa de liderar un “narcoestado”.

La posibilidad de bombardear objetivos dentro de Venezuela genera preocupación internacional por una posible violación del derecho internacional y por el riesgo de una confrontación abierta en la región. Analistas advierten que una intervención de esta magnitud podría arrastrar a países vecinos y desestabilizar aún más el Caribe y América del Sur.

En el plano interno, legisladores estadounidenses han cuestionado la falta de transparencia en la toma de decisiones, mientras que el gobierno insiste en que se trata de una acción legítima para proteger la seguridad de Estados Unidos y frenar el tráfico de drogas hacia su territorio.

De concretarse, los ataques marcarían un punto de inflexión en la relación entre Washington y Caracas, y abrirían un nuevo capítulo en la ya compleja crisis regional.