Barack Obama podría convertirse en el nuevo chivo expiatorio del presidente Donald Trump, quien acusó al exmandatario de cometer traición, al presuntamente, liderar un intento por interferir en las elecciones presidenciales de 2016 mediante la fabricación de una narrativa sobre injerencia rusa.
Trump afirmó que Obama encabezó un complot para “oscurecer” las elecciones, en coordinación con la excandidata Hillary Clinton y otras figuras demócratas. “Esto fue traición”, declaró.
Estas afirmaciones se apoyan en documentos desclasificados por la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, que según la Casa Blanca, prueban un supuesto abuso de poder por parte de la administración Obama para debilitar políticamente a Trump antes de que asumiera el cargo. Gabbard ya habla de repercusiones penales contra Barack Obama.
Mientras que, Karoline Leavitt, vocera de la Casa Blanca, insistió que tienen suficientes pruebas de la fabricación de inteligencia politizada, el expresidente demócrata, Barack Obama, se defiende y calificó las acusaciones de “ridículas” y un intento de distracción. Su portavoz, Patrick Rodenbush, destacó que las conclusiones oficiales de las agencias de inteligencia estadounidenses, incluido un informe del Senado de 2020, confirmaron que Rusia intentó influir en las elecciones, aunque sin alterar directamente el resultado.
Analistas consideran que estas declaraciones de Trump podrían buscar desviar la atención de otros escándalos recientes, como las investigaciones en torno a Jeffrey Epstein, mientras refuerza su retórica de persecución política de cara al ciclo electoral de 2026.