Hasta el lunes 31 de marzo, el número de víctimas mortales ascendió a 2.065, con al menos 270 personas aún desaparecidas y 3.900 heridas, según medios estatales. Sin embargo, otras fuentes, como el diario »The Wall Street Journal» y el Gobierno de Unidad Nacional de la oposición, manejan cifras diferentes, situando el total entre 2.028 y 2.418.
Los rescatistas enfrentan condiciones extremas en Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, donde el calor sofocante y la descomposición de los cuerpos dificultan las labores de recuperación. Mientras tanto, miles de personas han perdido sus hogares y pasan las noches en la intemperie por miedo a nuevos derrumbes.
Las labores de rescate han comenzado a disminuir, ya que las autoridades y los equipos de emergencia consideran que el tiempo para encontrar sobrevivientes ha llegado a su límite. Después de más de tres días de búsqueda, la mayoría de los esfuerzos se centran ahora en la recuperación de cuerpos y en la atención a los miles de damnificados que han perdido sus hogares.
Ante la magnitud del desastre, la junta militar de Myanmar ha declarado una semana de luto nacional y ha solicitado ayuda internacional para enfrentar la crisis. Se espera que en los próximos días se realicen cientos de funerales, mientras la comunidad musulmana se reunió entre las ruinas para la oración del Aid al Fitr.
