El 20 de junio de 2010, un grupo de pandilleros interceptó y prendió fuego a un microbús de transporte público en el distrito de Mejicanos, San Salvador Centro, El Salvador.
Dentro del automotor, 11 pasajeros murieron calcinados. Afuera, otros seis, todos fueron acribillados, el saldo total fue de 17 muertos y más de una docena de heridos.
El atentado fue atribuido a miembros de la pandilla 18, quienes utilizaron un segundo autobús como distracción, disparando contra él para desviar la atención policial. Minutos después, ejecutaron el incendio del microbús frente a decenas de testigos, en una acción que conmocionó a la opinión pública y evidenció el nivel de brutalidad en la violencia criminal que golpeaba al país centroamericano.
Tras la masacre, al menos 23 personas fueron detenidas y acusadas de participar en el ataque, incluidos varios miembros de la pandilla implicada. El caso fue llevado ante tribunales especializados del crimen organizado, algunos de los imputados recibieron condenas de hasta 30 años de prisión.
A pesar de las sentencias, familiares de las víctimas aseguran que aún persisten vacíos de justicia y memoria sobre lo ocurrido aquella noche en Mejicanos, San Salvador Centro.