La Pascua ortodoxa, que prometía una breve tregua en el campo de batalla, terminó envuelta en fuego cruzado y recriminaciones. Rusia y Ucrania se acusan mutuamente de haber violado el alto el fuego de 30 horas propuesto por Moscú el sábado y, en principio, aceptado por Kiev. Lo que debía ser una pausa espiritual se transformó en una nueva jornada de hostilidades.
Desde Moscú, el Ministerio de Defensa informó que las fuerzas ucranianas lanzaron durante la noche múltiples ataques en la región ocupada de Donetsk, además de disparar más de 400 veces contra posiciones rusas con artillería y morteros. Según el parte, incluso se utilizaron 48 drones, uno de los cuales se dirigió hacia Crimea. Rusia afirma que varios de estos ataques provocaron víctimas civiles y daños a infraestructura en las regiones fronterizas de Briansk, Kursk y Bélgorod.
En respuesta, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski señaló un claro aumento de los bombardeos rusos desde las primeras horas del domingo, lo que, según él, pone en evidencia que el Kremlin no tiene intención real de cesar las hostilidades. “O Putin no controla su Ejército o no hay voluntad de terminar la guerra”, dijo Zelenski, acusando al presidente ruso de utilizar la tregua como una simple maniobra de relaciones públicas.
Mientras el fuego seguía cruzándose, ambos líderes enviaban mensajes de Pascua. Putin felicitó a los creyentes ortodoxos y destacó el rol de la Iglesia rusa, mientras Zelenski, desde un tono más sombrío, pidió el fin de la “hora del mal” y abogó por un alto el fuego de al menos 30 días que permita abrir espacio a la diplomacia. Sin embargo, tras lo ocurrido en esta breve pausa, el horizonte de paz parece tan lejano como antes.