En los últimos días, varios vecinos y transeúntes en las inmediaciones de la embajada israelí en Washington D.C. notaron una presencia policial inusual, según denunciaron a distintos medios. Patrullas adicionales, barricadas y controles son ahora parte del paisaje, todo ello en respuesta directa a la escalada entre Israel e Irán y al ataque terrorista ocurrido en la capital estadounidense.

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Estas medidas se tomaron tras los bombardeos israelíes contra objetivos militares iraníes, que tensionaron la región y motivaron al gobierno de EE. UU. a proteger sus intereses diplomáticos. La orden de reforzar la seguridad fue clara: no se permitió el paso normal cerca de la embajada, y las autoridades cerraron algunas vías para resguardar al personal y a los visitantes.

Una fuente del Servicio Secreto comentó que estas acciones responden también al asesinato de dos empleados de la embajada, ocurrido hace unas semanas cerca del Museo Judío. Ese hecho disparó las alarmas sobre posibles nuevos ataques y obligó a revisar los protocolos de protección en todos los edificios diplomáticos israelíes.

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Aunque no se han registrado nuevos incidentes en Washington, el despliegue refleja una cautela extrema, agentes patrullan las zonas sensibles, se han instalado nuevos cierres viales y el fenómeno diplomático está bajo vigilancia constante. Israel ha reforzado la seguridad en sus misiones globales tras aquel ataque mortal, y EE. UU. se ha sumado a esta estrategia de prevención.