El crimen organizado en México ha redefinido su maquinaria de reclutamiento y ha puesto el foco en una población cada vez más vulnerable: los niños. Bajo el apodo de “pollitos de colores”, menores de hasta seis años están siendo atraídos por cárteles que explotan su necesidad de pertenencia y afecto.

Alejados de entornos seguros, muchos encuentran en la violencia una forma de identidad, protección y hasta familia. Aunque las autoridades reconocen la gravedad del fenómeno, la falta de datos oficiales dificulta su dimensión real, en un país donde más de 30 mil menores habrían sido captadas por estas redes, según una investigación realizada por Router.

Carteles en México alimentan filas de 'pollitos de colores' con niños cada  vez más jóvenes

Las historias detrás de estos niños evidencian una estrategia estructurada, los capos valoran su obediencia, su invisibilidad frente a la ley y su disposición a probar lealtad con acciones extremas.

Mientras algunos terminan como “halcones” (informantes callejeros), otros son entrenados como sicarios o carne de cañón en enfrentamientos armados. Un informe oficial del gobierno mexicano señala que las redes sociales, videojuegos como Free Fire y canales digitales son herramientas clave para el reclutamiento. Además, se ha documentado que el 70% de los menores captados crecieron en contextos de violencia extrema y pobreza estructural.

Narco recluta a niños y los suma a 'pollitos de colores' como halcones

Más allá del drama individual, este fenómeno revela una falla institucional profunda. Las estructuras del narco no solo están ganando territorio físico, sino también emocional y simbólico entre la juventud mexicana.

Frente a ello, expertos en seguridad advierten que el combate al narcotráfico no puede limitarse a la fuerza: requiere políticas de inclusión, sistemas de protección social eficaces y una narrativa alternativa a la que ofrecen los cárteles.