Ghislaine Maxwell, la socialité británica y expareja del fallecido financista Jeffrey Epstein, vuelve a estar en el centro de la atención pública tras conocerse que fue contactada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos. La comunicación se produjo en medio de cuestionamientos sobre el manejo, durante el gobierno de Donald Trump, de los archivos vinculados al escándalo de tráfico sexual de menores. Actualmente, Maxwell cumple una condena en prisión federal tras ser hallada culpable de colaborar en la red de abuso liderada por Epstein.
Hija del magnate mediático Robert Maxwell, Ghislaine fue durante décadas figura habitual de los círculos sociales más influyentes de Londres y Nueva York. Luego de la muerte de su padre en 1991, se trasladó a Estados Unidos, donde se vinculó sentimental y profesionalmente con Epstein, acusado de explotar sexualmente a menores de edad. Aunque la relación sentimental terminó en los años noventa, Maxwell permaneció como parte del entorno más íntimo del financiero, incluso después de múltiples acusaciones judiciales en su contra.
Maxwell fue arrestada en 2020 y, tras un mediático proceso judicial, fue sentenciada en 2021 por cinco cargos relacionados con el reclutamiento y abuso de menores. Su rol como facilitadora en la red de tráfico sexual de Epstein fue ampliamente documentado en testimonios y evidencia presentada por las víctimas. Una de las fotografías más controvertidas del caso la muestra en segundo plano, mientras el príncipe Andrés abraza a una joven que lo acusa de abuso.
La reciente reapertura mediática del caso ha coincidido con la publicación de un memorando del Departamento de Justicia que afirma no existir una “lista de clientes” como se había especulado durante años. Sin embargo, la solicitud de una reunión con Maxwell alimenta nuevas preguntas sobre el alcance de su implicación y los posibles encubrimientos institucionales que rodearon al caso Epstein.