El pasado 5 de marzo fue descubierto este supuesto «campo de exterminio» en Teuchitlán, Jalisco. Familias de desaparecidos, agrupadas en el colectivo Guerreros Buscadores, encontraron restos óseos calcinados, cientos de zapatos y objetos personales en una finca que, según denuncian, funcionaba como centro de adiestramiento y ejecución del Cártel Jalisco Nueva Generación, CJNG.
Las autoridades ya habían inspeccionado el sitio en septiembre de 2023, tras enfrentamientos con este grupo armado, pero los colectivos sostienen que la investigación fue deficiente. Tras nuevas búsquedas, hallaron más evidencia de prácticas aterradoras, incluyendo supuestos crematorios clandestinos y un altar de la «Santa Muerte».
«No es creíble que una situación de esa naturaleza no hubiera sido conocida por las autoridades locales», dijo esta semana el fiscal general, Alejandro Gertz, quien asumió el caso tras una solicitud de la presidenta Claudia Sheinbaum. Por su parte, la fiscalía de Jalisco aseguró el jueves que «no existen estructuras que fungieran como hornos», aunque sigue buscando posibles restos.
Según testimonios, el rancho operaba desde 2012 como un campo de entrenamiento donde jóvenes, muchos reclutados a la fuerza, eran sometidos a rituales de iniciación, tortura e incluso canibalismo.
Se estima que allí podrían haber muerto hasta 1,500 personas, incluidos niños. En 2015, la Fiscalía ya había detectado evidencias de asesinatos masivos en la zona, pero no actuó con contundencia.
Este hallazgo se suma a la crisis de violencia en Jalisco, el estado con más desaparecidos en México. La sobrecarga de las morgues y la falta de recursos para identificar cuerpos agravan el problema. Mientras tanto, las familias siguen buscando justicia y respuestas.