Con patrullajes constantes y operativos estratégicos, militares guatemaltecos recorren los casi 1.000 kilómetros de frontera con México bajo el plan «Cinturón de Fuego», una iniciativa destinada a contener el avance del narcotráfico y la violencia en la región. La medida responde al aumento de la actividad de los cárteles, que han convertido la zona en un corredor clave para el tráfico de drogas.


La situación en la frontera se ha vuelto crítica en los últimos años, con episodios de desplazamiento forzado como el de julio de 2024, cuando cerca de 600 mexicanos huyeron de Chiapas hacia Guatemala debido a la violencia del crimen organizado. Además, esta ruta es utilizada por miles de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos y que a menudo caen en manos de grupos criminales.


El refuerzo militar no se limita a la frontera con México. Hace seis días, Guatemala desplegó tropas en los límites con Honduras y El Salvador, en un esfuerzo por blindar sus fronteras y frenar el tráfico de personas y mercancías ilegales.


Estas acciones forman parte de un compromiso asumido por el presidente guatemalteco, Bernardo Arévalo, con Estados Unidos. La decisión se consolidó tras la visita del jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, en febrero, en la que se discutieron estrategias de seguridad regional.