Este es Raúl Ical, un trabajador guatemalteco de 29 años que se dio a conocer luego que pasara al menos 8 horas subido a un árbol en San Antonio, Texas, por una curiosa razón, evitar ser detenido por agentes de Inmigración de Estados Unidos, ICE, una historia que se ha convertido en símbolo del temor que reina entre los migrantes norteamericanos. Ical fue finalmente arrestado tras ser rodeado por al menos seis oficiales, en un operativo que generó apoyo y angustia entre los vecinos.
Rosalba Hernández, madre mexicana con hijos nacidos en EE.UU., es otro caso que evidencia el impacto humano de estas medidas. Ella vive en California y asegura que ya no sale ni a la tienda, ya que teme que cualquier rutina diaria la exponga a ser detenida. Historias como la suya se repiten en todo el país, donde la ansiedad por una posible redada se ha vuelto cotidiana.
Y es que la comunidad migrante en Estados Unidos enfrenta un clima de creciente tensión tras las medidas para intensificar las deportaciones.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, declaró que quienes permanezcan en el país de forma irregular serán deportados, reforzando el discurso del presidente Donald Trump, quien en sus primeros cien días de este segundo mandato ha prometido una campaña de expulsiones masivas. La frase “pueden huir, pero no esconderse” ha marcado el tono de esta nueva etapa migratoria.
La sensación de vulnerabilidad persiste, alimentada por operativos frecuentes y declaraciones oficiales que consolidan una narrativa de exclusión. Para muchos, el país que buscaban como refugio se ha convertido en una fuente constante de temor.