El Papa León XIV, el primer papa estadounidense, inició formalmente su pontificado este domingo con una misa solemne en la Plaza de San Pedro, rodeado de miles de fieles y dignatarios de todo el mundo. El pontífice, de 69 años y originario de Chicago, fue aclamado al ingresar en el papamóvil, recorriendo la plaza antes de descender para orar ante la tumba de San Pedro, en un acto cargado de simbolismo y tradición.

La ceremonia incluyó la imposición de los símbolos papales, como el palio, una vestimenta de lana de cordero que representa su responsabilidad pastoral, y el anillo del pescador, que simboliza su autoridad como sucesor de San Pedro, el primer papa según la tradición católica. Los cardenales Dominique Mamberti, Fridolin Ambongo Besungu y Luis Antonio Tagle tuvieron un rol central en este momento, entregando los símbolos del cargo al nuevo pontífice en medio de cantos litúrgicos y oraciones.

Entre los presentes en la ceremonia se encontraban líderes políticos y religiosos de todo el mundo, incluidos el vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, el secretario de Estado Marco Rubio, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, y la presidenta de Perú, Dina Boluarte. Esta última representa al país donde León XIV sirvió como misionero y obispo durante varios años antes de su elección papal el pasado 8 de mayo.

El Vaticano confirmó que más de 150 delegaciones internacionales asistieron a la misa, destacando el alcance global de la Iglesia y el reconocimiento del papel del papa como líder espiritual para más de 1,300 millones de católicos en todo el mundo. Después de la ceremonia, el papa saludará a las delegaciones en una serie de reuniones privadas dentro de la basílica de San Pedro.

El nuevo papa ya ha dado señales claras de su enfoque, incluyendo llamados a la humildad en el clero y súplicas públicas por la paz en Ucrania y Gaza en sus primeras apariciones públicas.

La misa inaugural concluyó con el tradicional rezo del Regina Caeli, seguido de un emotivo saludo a los fieles presentes en la plaza, quienes ondeaban banderas de diferentes naciones y coreaban su nombre, marcando un comienzo solemne y vibrante para el primer papa estadounidense en la historia de la Iglesia.