La tensión entre Egipto y Etiopía vuelve a escalar tras la finalización de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD), un megaproyecto que El Cairo considera una amenaza directa a su seguridad hídrica. Funcionarios egipcios advirtieron que el país “se reserva el derecho a defenderse” ante cualquier afectación en su acceso al agua del Nilo.
Ubicada sobre el Nilo Azul, la presa fue oficialmente declarada terminada por el primer ministro Abiy Ahmed, quien aseguró que la estructura simboliza una “nueva era de soberanía energética” para Etiopía. Capaz de generar más de 5.000 megavatios, duplicará la producción eléctrica nacional y posicionará al país como exportador de energía en la región.
Sin embargo, Egipto, que depende del Nilo para casi toda su agua dulce, reclama un acuerdo vinculante sobre la operación de la presa, temiendo que los llenados reduzcan drásticamente el caudal que llega a su territorio. Las negociaciones multilaterales con Sudán siguen estancadas desde 2023, sin avances concretos.
Pese al llamado de Etiopía a compartir “energía y desarrollo”, expertos advierten que el estancamiento diplomático podría derivar en un conflicto si no se establecen mecanismos de cooperación y transparencia.