Tras semanas de bombardeos intensos, Israel lanzó la fase principal de su ofensiva terrestre en la Franja de Gaza, concentrándose en Ciudad de Gaza. Tanques e infantería avanzan desde varios frentes para desmantelar la infraestructura militar de Hamás, en lo que el gobierno israelí describe como una operación decisiva para recuperar el control total del enclave.

La escalada ocurre mientras unos 600,000 civiles permanecen atrapados en la ciudad, sin rutas seguras de evacuación. Las autoridades locales denuncian que los ataques han destruido barrios completos, causado un número elevado de víctimas y sobrepasado la capacidad de hospitales y refugios, generando una crisis humanitaria sin precedentes.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu ha afirmado que la ofensiva terrestre busca derrotar a Hamás, liberar a los rehenes y asegurar que la Franja de Gaza ya no represente una amenaza para Israel. También ha declarado que Israel pretende tomar el control militar de toda Gaza, aunque insiste en que no mantendrá ese control gobernando el territorio permanentemente, sino que planea entregar la administración futura a fuerzas árabes aliadas que no representen peligro para su seguridad

La ONU y otras organizaciones de derechos humanos han exigido detener la operación y proteger a la población civil, acusando a Israel de un uso desproporcionado de la fuerza.