Estados Unidos lanzó un devastador bombardeo contra el puerto petrolero de Ras Issa, en Yemen, que dejó al menos 74 muertos y 171 heridos, según informaron este viernes medios vinculados a los rebeldes hutíes. El ataque, ocurrido la noche del jueves, se convierte en el más mortífero ejecutado por Washington desde que inició su campaña aérea contra este grupo insurgente el 15 de marzo.
De acuerdo con el Comando Central de EE.UU. (Centcom), el objetivo fue neutralizar una infraestructura que consideran clave para el financiamiento de los hutíes, quienes presuntamente utilizan el puerto para exportar petróleo de forma ilícita.
“Las ganancias de estas ventas ilegales financian y sostienen directamente sus actividades terroristas”, señaló el Centcom en un comunicado. “Tomamos medidas para eliminar esta fuente de ingresos ilegales que les ha permitido aterrorizar a la región durante más de una década”.
La instalación atacada junto a los puertos de Al Hudeida y Salif es crucial para Yemen, ya que por allí ingresa el 70 % de las importaciones del país y el 80 % de la ayuda humanitaria, según la ONU. El golpe, por tanto, ha generado preocupación por su impacto en la ya crítica situación humanitaria.
Los hutíes calificaron el bombardeo como un “crimen de guerra” y una violación flagrante de la soberanía de Yemen, alegando que se atacó “una instalación civil vital que ha servido al pueblo yemení durante décadas”. Irán, firme aliado del movimiento rebelde, también condenó los ataques, a los que describió como “bárbaros” y contrarios a los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
Mientras tanto, el gobierno yemení reconocido internacionalmente responsabilizó a los hutíes por haber “convertido una instalación estratégica en un centro de contrabando de armas y combustible iraníes”.