En un gesto que conmovió a miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco apareció este domingo en el balcón central de la Basílica Vaticana para impartir la tradicional bendición Urbi et Orbi. Fue un momento esperado con ansias, especialmente luego de semanas de dudas sobre su salud. Sin cánulas y visiblemente más recuperado, aunque aún en silla de ruedas, Francisco pronunció con voz firme: “Queridos hermanos y hermanas, buena Pascua”.

Su presencia fue celebrada con vítores, aplausos y banderas ondeando de todos los rincones del mundo. Aunque no leyó el texto completo de la bendición, delegado al cardenal Angelo Comastri debido a su débil estado, el Papa no quiso faltar en esta fecha clave del calendario litúrgico. En su mensaje, se abordaron los conflictos que sacuden al planeta, las crisis humanitarias y el clamor por la paz.

Tras la misa, el pontífice recorrió la plaza a bordo del papamóvil, donde los fieles se agolpaban para saludarlo. Con gestos discretos pero cálidos, bendijo a niños que le acercaban sus padres, entre la emoción de una multitud que encontró en su aparición un símbolo de esperanza. “¡Viva el Papa!”, se escuchaba entre las flores que adornaban el lugar.

Su aparición fue especialmente significativa, ya que su participación en las celebraciones de Semana Santa había sido limitada. El sábado no estuvo presente en la Vigilia Pascual, aunque sí visitó brevemente la basílica para orar en silencio. Días antes, cumplió con una tradición muy suya: visitar a reclusos en una prisión romana, donde compartió palabras y oraciones con cerca de 70 internos.

Durante la jornada, el Papa también recibió brevemente al vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, en su residencia en Casa Santa Marta. Aunque breve, el encuentro simbolizó un esfuerzo por mantener el diálogo incluso en medio de desacuerdos, especialmente en torno a temas migratorios.

La reaparición de Francisco ha sido, más que un acto ceremonial, una reafirmación de su presencia espiritual y humana en tiempos marcados por guerras, sufrimiento y división. Frente a todo ello, alzó su voz diciendo: “Las armas de la paz son las que construyen el futuro”.