El primer ministro de Curazao, Gilmar Pisas, exhortó a la población de la isla, en especial a los pescadores, a no viajar a Venezuela “hasta nuevo aviso”, en un contexto marcado por el deterioro de las relaciones entre Caracas y Washington y el incremento de la presencia militar estadounidense en el Caribe.

La advertencia forma parte del código de viaje “rojo” que mantiene vigente el gobierno curazoleño. Gilmar recordó que en el pasado pescadores de la isla fueron detenidos en aguas venezolanas y su liberación requirió negociaciones diplomáticas, por lo que advirtió que un eventual recrudecimiento de tensiones podría complicar cualquier evacuación de emergencia.

El llamado ocurre mientras Estados Unidos refuerza su despliegue militar en la región, con destructores equipados con misiles, un escuadrón anfibio y un submarino de ataque nuclear enviados al sur del Caribe en operaciones de lucha contra el narcotráfico. En respuesta, Venezuela movilizó unos 15,000 efectivos para patrullar sus aguas territoriales y la frontera con Colombia, además de fortalecer su presencia naval.
Washington acusa a altos mandos venezolanos de vínculos con el llamado “Cartel de los Soles”, considerado por Estados Unidos como una organización criminal transnacional. El gobierno de Nicolás Maduro rechaza las acusaciones y asegura que los movimientos militares forman parte de una estrategia de “defensa de la soberanía”.

Curazao, que forma parte del Reino de los Países Bajos y mantiene estrechos lazos estratégicos con Estados Unidos, ha expresado preocupación por la volatilidad regional. Según el primer ministro, la prioridad del gobierno es proteger a los ciudadanos de la isla, particularmente a quienes por su trabajo en el mar podrían quedar expuestos en zonas bajo tensión militar.