Sin embargo, la convocatoria tuvo escasa participación y dejó imágenes de plazas y cuarteles prácticamente vacíos en varios estados del país, además de una participación de adultos mayores en su mayoria.
El despliegue estadounidense incluye buques, aviones y alrededor de 4.000 marines, lo que Caracas interpreta como una amenaza directa a su soberanía. Maduro llamó a los ciudadanos a “dar un paso al frente” para enfrentar lo que califica de agresión imperialista; además, tildó la acción de terrorismo.
Aunque el contraste entre su discurso, es una respuesta de desinterés por parte de la población hacia estos llamados.
La oposición consideró la jornada como un reflejo del desgaste del chavismo. María Corina Machado, afirmó que la falta de movilización muestra que los venezolanos ya no están dispuestos a responder a convocatorias “basadas en chantaje y miedo”.
Mientras tanto, Washington mantiene su ofensiva diplomática y militar contra Maduro. El Departamento de Justicia ha confiscado bienes millonarios ligados al régimen y ofrece una recompensa de hasta 50 millones de dólares por información que lleve a su captura. Pese a las tensiones, el Pentágono insiste en que el operativo naval en el Caribe es estrictamente antidrogas y no tiene como objetivo una intervención militar directa.