Según cifras actualizadas por la junta militar el terremoto de magnitud 7,7 que sacudió Myanmar el 28 de marzo dejó al menos 3.564 muertos, más de 5.000 heridos y más de 200 desaparecidos. La tragedia, que arrasó comunidades enteras, ha generado temor colectivo no solo en la zona del epicentro, sino incluso en países vecinos, especialmente en Tailandia, donde los residentes de Bangkok están abandonando los rascacielos por miedo a que no resistan futuros temblores.
En Bangkok, ciudad ubicada a más de 1.000 kilómetros del epicentro, el sismo dejó grietas en numerosos edificios y causó el colapso de una torre en construcción que mató a unos 20 obreros. Esto ha llevado a muchos a cuestionar la seguridad de las construcciones altas.
El temor no es infundado. Las normas de seguridad antisísmica en Tailandia no son especialmente estrictas, según expertos. Representantes del sector inmobiliario, afirmaron que el sismo ha tenido un impacto significativo en la demanda, ahora, los compradores buscan propiedades bajas o edificios que hayan resistido el sismo sin daños visibles.
Mientras tanto, en Myanmar, las operaciones de rescate se complican por las lluvias torrenciales, que también amenazan con desencadenar brotes de enfermedades como el cólera y la diarrea. Save the Children alertó sobre la falta de agua potable y saneamiento adecuado, lo que agrava aún más la crisis humanitaria.