Colombia atraviesa su mayor ola de violencia desde la firma del histórico acuerdo de paz con la extinta guerrilla de las FARC en 2016. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, denunció este martes que al menos 27 miembros de la fuerza pública han sido asesinados en las últimas dos semanas, en ataques atribuidos al Clan del Golfo. En un mensaje publicado en su cuenta oficial de X, el mandatario acusó al grupo criminal de ejecutar un “plan pistola” en represalia por la captura o muerte de varios de sus líderes.

 

La lista difundida por Petro incluye a 15 policías y 12 militares fallecidos desde el 15 de abril, aunque al menos ocho de estos casos habían sido previamente atribuidos a disidencias de las FARC, entre ellos siete soldados muertos en una emboscada en la región selvática de Charras, Guaviare. La controversia ha generado cuestionamientos sobre la precisión en la identificación de los autores de estos hechos violentos.

El “plan pistola” hace referencia a una táctica de ataque directo contra uniformados, incluso cuando estos se encuentran fuera de servicio o en permiso familiar. Uno de los casos más recientes fue el asesinato de la patrullera Belén Karina Durán Ortiz, ocurrido el 25 de abril en Simití, Bolívar, mientras prestaba servicio.

En un tono desafiante, Petro afirmó que su gobierno “no retrocederá” ante estas acciones y que la ofensiva contra el Clan del Golfo se intensificará. “No tienen escapatoria”, declaró, al tiempo que propuso una alianza internacional para erradicar al grupo criminal, al que también vinculó con redes mafiosas con base en Dubái.

En lo que va del año, han muerto 47 militares, según el Ministerio de Defensa. Algunos de ellos estaban en días de descanso cuando fueron atacados.