La decisión del presidente Donald Trump de pedir públicamente a sus seguidores que “olviden” el caso Jeffrey Epstein y de cerrar la investigación sin revelar los esperados archivos ha provocado un lluvia de críticas, incluso dentro de su propio movimiento. La postura oficial de la Casa Blanca, que confirma la muerte de Epstein por suicidio y descarta la existencia de una “lista de clientes”, marca un giro inesperado en relación con las promesas de campaña que había hecho para exponer a las élites implicadas.
El mandatario, claramente molesto, pidió el sábado a sus simpatizantes MAGA que cesen los ataques contra su administración y que dejen de presionar para divulgar más información sobre el caso. En un mensaje en su red Truth Social, Trump defendió a su fiscal general Pam Bondi, cuestionada por sectores de la derecha por respaldar el cierre del expediente, y calificó las demandas por los archivos Epstein como “una distracción impulsada por los demócratas”.
Las declaraciones encendieron las críticas de algunas de las figuras más influyentes de su órbita. Elon Musk ironizó en redes sociales que “la administración perfecta de Trump parece tener miedo de la verdad sobre Epstein”, mientras que el presentador Dan Bongino habría amenazado con renunciar a su cargo en el FBI en desacuerdo con la estrategia oficial. La influencer Laura Loomer, por su parte, calificó a Bondi de “vergüenza” y pidió su destitución.
El giro de Trump ha sido especialmente difícil de digerir para su base, que vio en la promesa de desclasificar los archivos Epstein una prueba de su enfrentamiento con las élites políticas y económicas. Durante años, el caso alimentó las teorías de conspiración que sostienen que una red de figuras poderosas encubría crímenes de explotación sexual infantil, y muchos de sus seguidores lo consideraban un punto central de su agenda antisistema.
La Casa Blanca insiste en que la investigación está cerrada y que los recursos del Departamento de Justicia y del FBI deben centrarse en “las verdaderas prioridades”, como la revisión de las elecciones de 2020, en palabras del propio Trump. Sin embargo, para muchos de sus partidarios más leales, la repentina voluntad de dejar atrás el caso Epstein no solo contradice las promesas de campaña, sino que erosiona la confianza en su liderazgo y alimenta sospechas de que hay verdades que incluso él prefiere no revelar.