La secretaria de Justicia de Estados Unidos, Pam Bondi, provocó una fuerte reacción internacional tras incluir a México en la lista de “adversarios extranjeros” junto a Irán, Rusia y China. La declaración se produjo durante una audiencia ante el Senado, en la que Bondi justificó la designación señalando al país vecino como fuente principal del tráfico de fentanilo hacia territorio estadounidense.
La fiscal general aseguró que la administración estadounidense no permitirá que sus ciudadanos sigan siendo intoxicados por drogas ilegales procedentes de México y subrayó que se tomarán todas las medidas necesarias para proteger a la población.
Este endurecimiento del discurso refleja el creciente malestar de Washington frente a lo que percibe como una respuesta insuficiente por parte de México en el combate al narcotráfico.
Desde México, la respuesta fue inmediata. La presidenta electa Claudia Sheinbaum calificó la afirmación como “sin sustento”, mientras otros actores políticos alertaron sobre el daño que esta categorización podría causar a la cooperación bilateral en seguridad, comercio y migración. La inclusión de México como adversario marca un giro abrupto en la relación entre dos países históricamente aliados.