El 20 de junio de 2025, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó que el país había lanzado un ataque contra tres instalaciones nucleares clave en Irán, Fordow, Natanz e Isfahán. Este operativo, que el mandatario calificó de «gran éxito», buscaba impactar el programa atómico iraní y su capacidad para desarrollar armas nucleares, tras una creciente tensión entre Israel e Irán.

Fordow conocido como un búnker nuclear subterráneo, fue objeto de una «carga completa de bombas» en particular. La prensa iraní reconoció impactos en Fordow, aunque la extensión total de los daños sigue siendo incierta. Las tres instalaciones atacadas son centrales para el enriquecimiento de uranio en Irán. Se estima que la magnitud de los ataques podría retrasar significativamente, posiblemente en años, el avance del programa nuclear iraní.

Estados Unidos bombardeó tres instalaciones

El presidente Trump enfatizó que todas las instalaciones atacadas habían sido «destruidas» y advirtió a Teherán sobre represalias aún mayores si no se buscaba la paz, citando amenazas iraníes de «muerte a Estados Unidos, muerte a Israel» y ataques pasados contra personal estadounidense.

Este ataque para muchos marca la entrada directa de Estados Unidos en el conflicto entre Israel e Irán, tras días de especulaciones y presiones por parte del gobierno israelí para que Washington interviniera en las ofensivas contra sitios nucleares persas. Aunque Donald Trump había indicado que tardaría hasta dos semanas en decidir su postura, para muchos se trato de una estrategia para ganar tiempo, y dar un golpe inesperado.

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El despliegue de bombarderos B-2 hacia la base de Guam, capaces de transportar bombas especializadas para infraestructuras subterráneas, había anticipado la posibilidad de una acción militar. Irán, por su parte, había advertido que la intervención estadounidense desataría un «infierno para toda la región».

Las instalaciones atacadas son vitales para el programa nuclear de Irán. Fordow, un búnker subterráneo cerca de Qom, es considerada casi impenetrable y en 2023 se detectó uranio enriquecido al 83.7%, cerca del nivel para armas nucleares. Natanz, el principal centro de procesamiento, ha sido objeto de ataques previos y enriquece uranio al 60%. Isfahán alberga el Centro de Conversión de Uranio, esencial para transformar el uranio natural en el gas necesario para las centrifugadoras.

Tras el ataque, varios países expresaron su condena. Entre ellos se encuentran Rusia, China, Pakistán, Turquía, Cuba, Venezuela, Países árabes y Brasil condenaron el uso de la fuerza por parte de Washington. Mientras la Unión Europea y el Consejo de Seguridad de la ONU manifestaron su profunda inquietud por la escalada de violencia en Medio Oriente.