El presidente de Bolivia, Luis Arce, advirtió que el país enfrenta un serio riesgo de caer en incumplimiento de su deuda externa si no logra acceder a nuevo financiamiento en el corto plazo.
Arce reconoció que la falta de divisas ha profundizado la crisis económica nacional y complicaría el cumplimiento de los compromisos internacionales.
Desde su llegada al poder en 2020, el presidente Luis Arce ha enfrentado obstáculos en el Congreso, donde no ha conseguido la aprobación de los préstamos internacionales gestionados ante organismos multilaterales.
Este bloqueo legislativo agrava la situación financiera del país, que requiere unos $2,600 millones de dólares antes de diciembre para cubrir importaciones de carburantes y cumplir con sus obligaciones de deuda externa.
Bolivia se encuentra al borde de agotar sus reservas internacionales líquidas, debido en gran parte al alto costo que representa mantener los subsidios a los combustibles. El país compra hidrocarburos a precios del mercado internacional, pero los vende en el territorio nacional a un valor considerablemente más bajo.
A la fecha, la deuda de Bolivia representa el 37.2% de sus ingresos nacionales brutos, según el Banco Mundial.
Además de la presión financiera externa, Arce lidia con un creciente descontento social provocado por la inflación, que en mayo superó el 18 % interanual, alcanzando su nivel más alto en casi dos décadas. A esto se suma la escasez de carburantes y divisas.
Luis Arce llegó al poder en 2020 con un respaldo contundente, al obtener el 55 % de los votos en las elecciones. Sin embargo, el deterioro económico ha impactado fuertemente su popularidad.
Según la encuesta Latinobarómetro de 2024, su nivel de aprobación ha bajado hasta el 9 %, colocándolo entre los presidentes con peor imagen en Sudamérica.