Las deportaciones masivas lideradas por la administración de Donald Trump han provocado una intensificación sin precedentes en la aplicación de las leyes migratorias. En solo lo que va de la nueva gestión, ya se contabilizan más de 2 mil inmigrantes ilegales detenidos.

Tras la orden del Presidente Donald Trump de hacer cumplir las nuevas órdenes en tema de migración, las redadas se han intensificado, a tal grado de realizarse operaciones incluso en escuelas, hospitales e iglesias. Durante el pasado domingo, ICE detuvo a 956 personas en todo el país, con focos en ciudades como Chicago, Los Ángeles y Austin, donde también se han confiscado drogas, armas y dinero relacionados con el narcotráfico, sumando a la fecha 2 mil 600 indocumentados detenidos en total.

Chicago, bajo la supervisión del “zar de la frontera” Tom Homan, fue escenario de múltiples detenciones, incluidas varias relacionadas con el Tren de Aragua, una peligrosa organización criminal. En Denver, una redada nocturna en un club clandestino resultó en 49 arrestos, mientras que en Austin, las operaciones desataron protestas en el Capitolio de Texas. Líderes como el alcalde de Newark, Ras Baraka, denunciaron procedimientos arbitrarios que han afectado incluso a veteranos militares estadounidenses.

Por su parte, funcionarios y activistas temen que estas redadas masivas no solo afectan a delincuentes, sino también a trabajadores indocumentados que contribuyen a la economía e incluso aseguran que hay información que se les ha establecido cuotas diarias de detenciones a las autoridades federales.

Las deportaciones se enmarcan en una política más agresiva que busca soportar el sistema migratorio. La presión en las ciudades santuario crece, mientras ICE, con la ayuda incluso del ejército y la Administración de Control de Drogas, DEA mantienen su postura. Las implicaciones económicas y sociales de esta estrategia han generado un debate a nivel internacional.