India lanzó en la madrugada de este miércoles la llamada «Operación Sindoor», una ofensiva aérea contra lo que describió como infraestructura terrorista en territorio pakistaní y en la región de Cachemira controlada por Islamabad, intensificando el riesgo de un conflicto directo entre las dos potencias nucleares.
El Ministerio de Defensa indio confirmó que los ataques fueron precisos, mesurados y no escalatorios, y que se enfocaron en al menos nueve sitios utilizados para planear atentados, en represalia por la masacre de 26 turistas en Pahalgam el mes pasado. India responsabiliza a grupos con respaldo pakistaní, una acusación que Islamabad niega.
En respuesta, Pakistán denunció la muerte de al menos ocho personas y más de 30 heridos, además del impacto de misiles en áreas civiles como una mezquita en Bahawalpur. El primer ministro Shehbaz Sharif condenó lo que calificó como ataques cobardes y prometió represalias inmediatas. Medios estatales pakistaníes informaron que su fuerza aérea derribó dos aviones indios, sin que Nueva Delhi lo confirmara.
Ambos países han cerrado sus espacios aéreos y han movilizado tropas en zonas fronterizas, mientras el secretario general de la ONU pidió máxima moderación y alertó sobre el riesgo de una guerra abierta. El presidente de Estados Unidos también lamentó el enfrentamiento, esperando que busquen una solución pronta, que permita un fin del conflicto.
Esta nueva crisis revive dolorosos recuerdos del enfrentamiento de 2019, cuando India y Pakistán intercambiaron fuego tras un ataque suicida en la región de Cachemira. Con la situación deteriorándose rápidamente, la atención mundial se centra en la capacidad de ambos países para evitar una confrontación a gran escala, en una región marcada por décadas de disputas territoriales y una profunda desconfianza mutua.