En una escena que combinó emoción y recogimiento, el Papa Francisco apareció este sábado en la Basílica de San Pedro, entrando en silla de ruedas por la Puerta de la Oración. Su visita, discreta pero poderosa, fue realizada pocas horas antes de la Vigilia Pascual, mientras continúa recuperándose de una neumonía que lo mantuvo hospitalizado por más de un mes.
El gesto ha sido interpretado por muchos como una muestra de su determinación por estar presente, al menos espiritualmente, en los momentos clave de la Semana Santa. Aunque no podrá presidir la misa del Domingo de Resurrección, fuentes vaticanas aseguran que el Pontífice desea asistir a la celebración y dar personalmente la tradicional bendición Urbi et Orbi. La misa será celebrada por el cardenal Angelo Comastri, a las 10:30 en la Plaza de San Pedro.
Esta semana, el Papa ya había conmovido a muchos al visitar la cárcel de Regina Coeli, donde se reunió con 70 reclusos para conmemorar el Jueves Santo. “No puedo lavar los pies este año, pero sí quiero estar con ustedes”, les dijo Francisco, manteniendo viva una tradición que él mismo ha transformado en símbolo de cercanía y humildad.
Francisco también visitó recientemente la prisión femenina de Rebibbia, donde conversó con más de doscientas internas. Su constante presencia en espacios de sufrimiento y marginación refuerza su mensaje de que la fe no se celebra solo en altares.