Tras intensas negociaciones en Riad, la Casa Blanca anunció que Rusia y Ucrania han acordado garantizar la seguridad de la navegación en el mar Negro y evitar el uso de buques comerciales con fines militares. El pacto también contempla la prohibición de ataques a infraestructuras energéticas, aunque no se han precisado detalles sobre su implementación.


El acuerdo, alcanzado con la mediación de Estados Unidos, no incluyó conversaciones directas entre ambas naciones y ha generado escepticismo. Kiev ha advertido que cualquier movimiento de buques rusos fuera de la zona acordada será considerado una amenaza a su seguridad nacional. Moscú, por su parte, ha señalado que cualquier cese de hostilidades en el mar Negro dependerá del levantamiento de sanciones occidentales a su sector agrícola.


El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha reconocido que las negociaciones fueron un paso correcto pero ha rechazado la exigencia rusa de aliviar las restricciones económicas. Mientras tanto, Washington ha reiterado su compromiso con la paz y ha instado a ambas partes a detener los ataques.


Aunque este acuerdo representa un avance diplomático, las diferencias persistentes sobre su aplicación y la falta de un alto el fuego generalizado dejan abierta la posibilidad de nuevos enfrentamientos en la región.