Serbia vivió este 13 de agosto una jornada marcada por disturbios y enfrentamientos que han estremecido a las principales ciudades, intensificando una crisis política que se arrastra desde hace más de nueve meses. Las protestas contra el presidente Aleksandar Vučić, inicialmente pacíficas, derivaron en choques directos entre manifestantes, grupos progubernamentales y fuerzas de seguridad.

En Belgrado y Novi Sad, opositores lograron romper los cordones policiales, encontrándose con contramanifestantes enmascarados y armados con bates, lo que desató violentos enfrentamientos. Las escenas más tensas se registraron en Nuevo Belgrado, donde las protestas continúan, y en las inmediaciones de la sede del Partido Progresista Serbio, SNS, epicentro de los disturbios, que se convirtió en blanco de la ira popular contra lo que califican como un régimen autoritario y corrupto.

La policía antimotines detiene a un hombre tras cargar contra los manifestantes al final de una protesta contra el gobierno que han remecido al gobierno del presidente populista Aleksandar Vucic, en Belgrado, Serbia, el sábado 28 de junio de 2025. (AP Foto/Darko Vojinovic)La violencia se extendió también al sur del país. En Niš, segunda ciudad más importante de la región, los choques entre la policía y manifestantes dejaron claro que el malestar no se limita a las capitales del norte. La represión policial se ha mantenido como una constante, y las imágenes de enfrentamientos confirman la disposición del gobierno a emplear la fuerza para contener el movimiento.

En un mensaje televisado, Vučić condenó la violencia y apeló a la calma, aunque reiteró su negativa a convocar elecciones anticipadas, la principal demanda de la oposición. Analistas advierten que la falta de concesiones podría agudizar la crisis, llevando a Serbia a una escalada aún mayor de inestabilidad política y social.